El día que el mundo conoció al SIDA: cómo reportaron los cinco primeros casos
Hace 43 años se daba a conocer la aparición de la “inusual infección” que le iba a costar la vida a 32 millones de personas. El desconcierto y la estigmatización en el inicio de su propagación.
Un curioso informe aparecido en el resumen semanal de salud de los EE.UU. fue la presentación en sociedad de una enfermedad que haría estragos en los años siguientes. Se cumplen 43 años del día que el mundo conoció al SIDA, y llama la atención cómo se reportaron los cinco primeros casos.
Ese primer acercamiento al Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) marcó a las claras el poder de daño que tenía y también permite inferir, con una mirada en perspectiva, la estigmatización que sufrirían luego las personas homosexuales.
Es que el 5 de junio de 1981, en el boletín informativo del Centro de Control de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos se publicó la siguiente información: “a cinco jóvenes homosexuales de Los Ángeles se les diagnosticó una inusual infección pulmonar conocida como neumonía por Pneumocystis carinii (PCP), y dos de ellos murieron”.
Esa fue la primera vez que se reportó la infección, aún no determinada por los científicos y sólo descripta como “una inusual infección pulmonar”, que con el correr del tiempo se cobraría la vida de 32 millones de personas en todo el mundo. También es llamativo que se haya destacado la orientación sexual de las víctimas.
Con el paso de los días se fueron teniendo más datos respecto de la enfermedad y los médicos identificaron en los pacientes unas manchas rojizas en la piel, conocidas como sarcoma de Kaposi. Otro factor que colaboró en la discriminación que sufrirían luego los afectados. Hubo que hacer campañas durante años para ahuyentar el temor de la gente a tocarlos o compartir reuniones.
En un primer momento las víctimas de la extraña infección eran 26 hombres homosexuales de Nueva York y Los Ángeles, pero la cifra fue aumentando exponencialmente por el alto poder de contagio y la facilidad de su transmisión por vía sexual o compartiendo agujas, en el caso de los adictos. Claro que también hubo contagios en transfusiones de sangre.
En aquel entonces, el gobierno del republicano Ronald Reagan minimizó la problemática y fue recién en 1985 cuando hizo la primera mención pública respecto del Sida. Los altos funcionarios norteamericanos, y el público en general, consideraban a la enfermedad como un tema menor y no les generaba preocupación.
Es que la idea era que se trataba de una “plaga gay”, vinculada con el estilo de vida “promiscuo” de los homosexuales. De ahi que en un principio se la denominó, peyorativamente, la “peste rosa”. El caso del actor Rock Hudson, que murió de sida el 2 de octubre de 1985, a los 59 años, fue emblemático. Era el primer famoso que se convertía en víctima del Sida.
El día que el mundo conoció al Sida: la estigmatización de las víctimas
“Es un horror ver cómo la sociedad en su conjunto daba la espalda a este sufrimiento, cómo muchos de mis propios colegas se negaban a ayudar, se negaban a cuidar, se negaban a actuar como los profesionales que se suponía que debían ser”, aseguró Alexandra Levine, una investigadora que es referente mundial en el tratamiento de la enfermedad.
En ese primer momento fueron las distintas comunidades homosexuales las que se movilizaron para que la gente recibiera información y, al mismo tiempo, no se estigmatizara a las víctimas. Las autoridades parecían estar confundidas y no encontraban la forma de abordar el tema ante la sociedad.
En ese contexto, al año siguiente apareció el primer folleto público que aconsejaba utilizar preservativos para prevenir el contagio. Ese documento, publicado en 1982 con el título “Cómo tener sexo en una epidemia: un acercamiento”, recomendó el “sexo seguro” para no contraer la infección.
Hubo que esperar hasta finales de los 80 para contar con terapias efectivas. El 19 de marzo de 1987, se aprobó en los Estados Unidos un fármaco antirretroviral conocido como AZT para tratar la infección. Por esa época también se autorizó a que los infectados accedieran a terapias experimentales que podían salvarles la vida, sin tener que esperar la aprobación oficial cumplido los procesos legales.